En muchos pueblos de nuestro pirineo oscense, es fácil encontramos con majestuosas chimeneas troncocónicas, que se alzan altivas en los tejados de sus casas más antiguas, denominadas popularmente chamineras o chimeneras.
En muchas de estas chimeneas del alto Aragón aparecen estos curiosos objetos, que unas veces son una simple piedra vertical, otras una piedra en forma de cono, otras un puchero, una cruz o como en el caso de los pueblos del Serrablo, seres de apariencia terrorífica.
El significado de estos elementos que se colocan sobre las chimeneas, tienen una explicación en las leyendas populares de las bruxas. Dicen, que evitaban que las brujas que sobrevolaban los tejados de las casas sobre sus escobas, entraran en los hogares a través de la única entrada que no podían cerrar, las chimeneas. De ahí, que los objetos colocados sobre éstas, reciban el nombre de espantabrujas.
Los espantabrujas eran, antiguamente, piedras antropomorfas, cruciformes, porosas y con un orificio en su centro que hacía que el aire silbara al pasar. En realidad no se trata de cruces sino de unos moñacos bastante feos, con los brazos abiertos como quien quiere impedir el paso: son los “espantabruxas”. Otras veces como hemos comentado, no son al estilo de cruces, sino de bolas redondas. Que tampoco son bolas sino cabezas, también feísimas por lo general. Y en la zona de la Sierra de Guara -por ejemplo Lecina- solían colocar como espantabruxas, cántaros o vasijas similares de alfarería, sin duda por el papel purificador que de siempre ha simbolizado el agua.
Como refuerzo al espantabrujas, se solían dejar las tenazas del hogar abiertas en forma de cruz, o hacían una cruz en las cenizas que quedaban en el hogar después de apagado el fuego, antes de irse a la cama. Y además en la campana de la chimenea se colocaba el «motilón» o «motilonot». Era un muñeco de barro sin cocer, de fabricación casera, tal vez un trasunto de los dioses lares, que defendía la entrada de las brujas.
Las auténticas espantabrujas, se encuentran en pueblos abandonados como Escartín, ya que conservan intacto su aspecto original y no han sido reformadas como es natural, en los pueblos actuales.
Las hay también con forma de figura en Vio, Ipiés, Larrede, o Gésera entre otros lugares. Con forma de cruz, podemos verlas en Hoz de Jaca, Javierre del Ovispo o Nocito. Con forma de cabeza y rostro humano en Lasieso, Ipiés, Sardás, Sabiñánigo, etc. Las hay con la piedra tallada en forma de bola, por ejemplo en Panticosa, o en forma de hoja, en Hoz de Jaca. Las hay de formas curiosas, como una con forma de gato en Fiscal, de pájaro en Ceresola, y de campana en Larrés. Hasta las hay con forma de humano con los brazos en cruz, en Hecho, labradas con piedras porosas denominadas tobas o toscas.
En otros lugares, podemos ver otros tipos de espantabrujas con una vasija colocada encima de la chimenea, como es el caso de Panticosa, con vasijas boca abajo o del Pueyo de Jaca o Fiscal con la vasija boca arriba. Incluso con la vasija tallada en piedra como en Labuerda.
Existen espantabrujas muy curiosas como son las de la zona del Serrablo, con piedras que rematan las chimeneas con formas de seres terroríficos. Las podemos observar en Olivan, Latas, Javirere del Ovispo, Yebra etc…
Hoy en día, las nuevas construcciones siguen con esta bonita tradición de rematar las chimeneas con algún objeto.
Una bonita forma de descubrir La Magia de Huesca 🙂
Fuente y fotografías:
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